Karen Cázares
López
3° semestre
Culturas
del Occidente de México
Si bien en la actualidad las culturas
del occidente mexicano no son muy reconocidas ni mucho menos mencionadas, es
importante destacar muchos aspectos de éstas, aún cuando las investigaciones
han sido escasas se ha podido identificar lo más relevante de estas culturas
del preclásico. Dicho esto, cabe mencionar que en este ensayo se hará énfasis
en el aspecto artístico que es lo que principalmente interesa, así como algunos
detalles sobre su economía y las condiciones sociales y en sí, la cotidianeidad
de estas culturas que hoy día, se consideran enigmas históricos y
arqueológicos.
Las culturas de occidentes se ubicaron
en los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, y algunas partes de Guerrero y
Guanajuato.
El lugar de
las cosas ocultas; Tlatilco se ubicó en el Altiplano Central, de economía
mixta, con la agricultura como base de ésta, además de la pesca, la cacería y
la recolección. Las costumbres más considerables son el hábito de colocarse
tatuajes geométricos y temporales, así como perforaciones de orejas y nariz, y
la pigmentación de huesos con color rojo. Como la mayoría de las culturas, Tlatilco
contaba con un gobierno regido por chamanes, quienes eran intermediarios entre
el hombre y la naturaleza. Así mismo, podemos mencionar que ciertamente
enterraban a sus muertos, hacían sacrificios también, mayormente de mujeres,
niños y perros, y enterraban estos mismos de forma flexionada o rectos hacia
arriba, demostrándonos cómo para ellos era importante este sentido; rendían
culto a los muertos, así como a la fertilidad y propiamente a la mujer.
Respecto al arte, los habitantes de Tlatilco manejaban la arcilla, como una
mezcla cociente, plasmando en vasijas, jarras y ánforas, escenas de
cotidianidad, como la maternidad y personajes cargando perros; como los
olmecas, trabajaron la técnica de pastillaje, usando principalmente el ojo tipo
grano de café, hacían cosidos, fundidos y esculturas compactadas hechas a mano.
Eran grandes alfareros; manteniendo una alfarería elegante, naturalista, en su
mayoría zoomorfa y ciertamente utilitaria, así mismo dominaban la cerámica, y
como mencionaba con anterioridad, al rendir culto a la mujer, elaboraron un
tipo de “Venus”, llamadas “Mujeres bonitas” o “Pretty Ladies”; sus obras no
eran naturalistas en los humanos que creaban, sin embargo sus expresiones eran
notorias en contraste con el estilo olmeca, sus miembros eran poco trabajados y
por lo ello, no podían mantenerse en pie, estas composiciones eran mayormente
abiertas. Entre sus figuras podemos encontrar algunas bicéfalas y quizás nos
querían demostrar cierto movimiento, así como belleza, erotismo, y sensualidad,
ternura, y dichas representaciones femeninas tienen ombligo, senos y cadera,
aspectos que otras culturas no contemplaban en sus esculturas. Y por último
podemos mencionar que los tlatilcas no contaban con una vestimenta y lenguaje
establecidos, además que practicaban la deformación craneana que era
considerada estética en esa época, y a la llegada de los olmecas comienzan a
modelar representaciones de individuos con cuerpos obesos y de baja estatura,
en contraste a cómo eran físicamente antes de la llegada de la cultura del país
del hule.
Chupícuaro, centro cultural aislado y
autónomo, una de las manifestaciones más significativas, y quienes se asentaron
en Guanajuato y la cual desapareció hacia el año 300 d. C., al igual que los
tlatilcas, sus figurillas tenían rostros expresivos, incluso podemos divisar
sonrisas en ellos, ojos almendrados, rostros alargados y no contaban con un
cuerpo naturalista. En dicha cultura abundaron las figuras femeninas en barro
ya que se le relacionaba con la fertilidad, como comúnmente lo asociaban demás
culturas. Respecto a sus entierros, se inhumaban además de los muertos,
instrumentos musicales, perros, y cráneos con evidencia de extracción de
cerebro, y cerámica sin pintar o con diseños rojos y negro, y un rasgo más por
resaltar, es que también modelaban a mano rasgos al pastillaje. Sus figurillas
mostraban desnudez y se hacía énfasis en la zona genital, la pintura del
cuerpo, el peinado y como había mencionado antes, en la cara, y en el caso de
los hombres, podemos observar una especie de caracol que cubría su miembro
viril como símbolo fecundidad.
Si bien tenían
culto a los muertos, no sólo se les enterraba en una excavación, los entierros
eran una tradición, las Tumbas de Tiro, las cuales consistían en una o varias
cámaras mortuorias cavadas en tepetate a las que se llegaba a través de un pozo
vertical, y donde se colocaban ofrendas, e incluso se llegaron encontrar
figurillas que representaban niños durmiendo en sus cunas y a veces un perico
parado sobre una de ellas, así como individuos tocando flautas, y ocarinas,
sonajas, silbatos y flautas de barro, dejándonos ver como para los habitantes
del preclásico era de suma importancia la música, la danza y el ritual.
Con respecto a Colima, su estilo fue
uno de los de mayor elegancia en Occidente, además de contar con pirámides
circulares, sus técnicas representaban la vida humada en su mayoría y manejaban
la piedra, hueso, hueso y obsidiana, siendo esta última, uno de los recursos
más importantes en la antigua Mesoamérica, ya que les permitía elaborar
cuchillos, puntas de proyectil, hachas, ornamentos, objetos rituales, etc.
Nayarit fue uno de los asentamientos con más importancia, sus figuras
eran sedentes, con mayor naturalismo y detallaban rostros más toscos y de
estilo chinesco, hacían uso del pastillaje también, trabajaban con barro rojo,
y como era común en estas culturas, se prestaba especial atención a la zona
genital. También se encontraron maquetas de casas en las cuales dentro se
podían observar familias en fiestas, con sombreros o tocados, así como
guerreros y al igual que Colima, contaban con plataformas circulares. Y aunque
carecían el genio creador de los ceramistas de Colima, los imitaban bien, dando
además su toque característico. Sus temas, aunque no muy variados, se centraban
en la interpretación que les daba, más primitiva y energética. Alargaron y
torcieron los brazos de sus representaciones humanas, así como un aumento en
sus pies para plasmar firmeza y enriquecer su expresionismo.
Así podemos
mencionar a la mujer sedente de Nayarit como uno de los ejemplos de sus
representaciones humanas, donde podemos observar la figura de una mujer hecha
de barro, mostrándonos los rasgos más típicos de las culturas del Occidente de
México. Comparándola con las obras de los olmecas, la mujer nos muestra como
apoya el mentón sobre su rodilla, con cabeza desproporcionalmente larga, aún
más con el tocado que lleva puesto, así como su cuello que también es muy largo
y no está en el sitio donde debería; está unido desde el cráneo, como si se
tratase de una fruta que cuelga de un tallo. Sus brazos no están bien definidos
y se divisa una obra más puntiaguda, en contraste con la cultura olmeca que
plasmaban rostros redondos y con rasgos toscos.
En la Tuxcacuesco, Jalisco compartió junto con Colima un tipo de
figurillas en las que predominaba el pastillaje y en las cuales representaban
principalmente humanos, tanto estáticos como en actividades de la vida diaria,
quienes también compartían la tradición de las tumbas de tiro, donde se
hallaron figurillas sólidas, y donde se enmarcaron cuatro grandes tradiciones;
la denominada Tradicón Tuxcacuesco-Ortices, la Tradición de cabeza alta, la
Tradición de cabeza extra grande y la Tradición de cabeza muy ancha. En Jalisco
también podemos una figura femenina yacente, la cual sostiene su propia cabeza
con la palma de la mano, teniendo presente en ella uno de los temas que ya
estaban presentes en épocas anteriores, la forma de la cabeza y los ojos
romboidales, duplicaban casi de forma exacta los rasgos que aparecen en las
figurillas denominadas Tuxcacuesco diamond eye, el blanco, rojo y guinda oscuro
son los colores predominantes en esta representación. También se puede hacer
mención de otro tipo de figuras en esta región, las figurillas llamadas sheep
face (cara de oveja), extraña denominación con la que aparecen en la literatura
arqueológica del Occidente y a la que no se le considera muy apropiada a pesar
de la forma en que tienen las cabezas este tipo de figuras que fueron hechas de
barro oscuro, y que posteriormente se cubrían con pigmento rojo y guinda y el
blanco para denotar la vestimenta y algunos adornos; tenían cabezas con aumento
de longitud, narices agudas y orejeras. Ninguna de estas figurillas ha sido
encontrada en excavaciones controladas. Y por último se puede resaltar el tema
de la fauna, el cual era muy común en vasijas o jarras hechas con cerámica, del
alto estilo naturalista.
Al igual que
con Guerrero, no se tiene mucha información sobre esta cultura, ya que las culturas de occidente no han sido
muy estudiadas como lo merecen, pero podemos observar que al contrario de los
olmecas, sus figuras antropomorfas están más definidas, son más finas y hace un
énfasis en los rostros, dejando ver como las expresiones son las más notorias
en éstas, así como los animales, se pueden ver más estéticos y aunque
utilitarios, muestran gran naturalismo, y no lo abstracto que tenían los
olmecas al hacer aquella mezcla que dejaban ver con respecto al jaguar y el
hombre.
Las culturas de occidente carecían de arquitectura, en contraste con los olmecas que tenían
cierta planeación, únicamente prestaban más atención e importancia en aquellas
construcciones de índole religioso, los centros ceremoniales, ya que sus casas
era sencillas y muestran más fines prácticos que estéticos. Se afirma la
existencia de un sistema de canales de drenaje y de plataformas que se
encuentra en Magdalena, Jalisco, demostrándonos conocimiento de ingeniería para
control de los niveles de agua.
Y así podemos concluir que aunque estas culturas no han sido estudiadas
e investigadas a fondo, e incluso no se les ha dado la importancia que merecen,
aún cuando abarcaron un territorio muy amplio en México y además, nos han
dejado gran riqueza en su arte cerámico, y es evidente el gran desarrollo
social y económico en Mesoamérica gracias las tierras húmedas donde se
establecieron estos grupos sedentarios. Se puede decir que este periodo se
caracterizó por las mencionadas tumbas de tiro; el acentuado culto a los
ancestros y al construir verdaderas casas para los muertos, así como su gran
diversidad cultural y de paisajes, y debido a la escasez de los recursos
naturales, propició a los habitantes a su desarrollo. Notamos también como hay
gran variedad de estilos, materiales y técnicas de manufactura, dejándonos ver
cómo eran maestros en la alfarería y la escultura monumental, así como lo libre
del modelado de su arte cerámico.
Bibliografía:
- La cultura y el arte del México prehispánico, Fernando Arellano
- Obras maestras del México antiguo, Paul Westheim
- Madre terrible: la diosa en la religión del México antiguo, Blanca Solares
- México en el mundo de las colecciones de arte, Volumen 2
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